viernes, 22 de febrero de 2013

Colombia 2012: Las noches cartageneras



Las noches de Cartagena de Indias son puro sabor. Pasear por el centro y descubrir sus bares, pubs y tasquitas es respirar música, alegría, luz y color. Y vivir un fin de año allí puede ser tan inolvidable que como ya dice el lema de Colombia "el riesgo será que te quieras quedar".

Para contaros mis noches cartageneras voy a centrarme en la noche de Fin de Año, por eso, dividiré mi historia en tres partes: PRE-FIN DE AÑO, FIN DE AÑO, POST FIN DE AÑO.



PRE-FIN DE AÑO

La primera noche que estuvimos en Cartagena estábamos desatados... Se acercaba el nuevo año, teníamos ganas tremendas de bailar totalmente integrados en la cultura popular y el cansancio que ya íbamos notando con el paso de los días hacía estragos en algunos de nosotros. Levantarte durante una semana entera como promedio a las 5 de la mañana y no parar de caminar y turistear y después acostarte muy tarde hace que todos los cuerpos se agoten, por jóvenes que sean o por espíritu fiestero que tengan... ¿Todos? Pues se ve que todos menos el mío... :) La mayoría de mis amigos más allegados (mi queridísimo grupo 10) entro en coma profundo y decidieron irse a dormir "hipnotizados" por la idea de volver a "casa" en Chiva Parrandera... Una Chiva Parrandera no es más que una atracción turística muy utilizada en lugares como Colombia, Ecuador o Panamá. Se trata de un autobús todo colorido en el que se pone música y paseas por la ciudad como si de una discoteca andante se tratase... No tiene precio subir a una de estas acompañado de una buena cerveza fría y a disfrutar de nuevo de la psicodelia de las luces de colores y neones que esta lleva dentro.

Chiva Parrandera (Foto de Laura Gaspar Celaya)
Yo me quedé a conocer la noche cartagenera. Nos dimos una vuelta por los alrededores de la muralla. Íbamos un grupo grande por lo que entre varios decidimos ir a hablar con los locales de la zona para ver si nos hacían un buen precio. Sí, así de espabilados somos... "Nosotros te llevamos 100 personas si nos dejas las botellas a mitad de precio". Después de mucho negociar, terminamos quedándonos en un sitio que llenamos solo nosotros y un grupo de argentinos (lo suficiente para quedar muertos de calor y sin un hueco para que entrase alguien más). Nos bebimos unas copas de ron (¿os acordáis de los vasos de enjuagatorio que nos daban en el cole para echarnos el flúor? ¡pues esa era "la copa"!) y cuando nos cansamos del ron probamos alguna copa más de otras bebidas que ofrecían en el bar... Lo suficiente para (aunque muy temprano) llegásemos a coger los taxis un poquito pintones.

En mi taxi íbamos tres buenas amigas mías latinoamericanas (una chilena, una ecuatoriana y una argentina) y yo. Íbamos haciendo migas con el taxista, tanto que nos terminó dando su teléfono para que lo llamásemos siempre a él y nos habló de un conciertazo que había al día siguiente en la muralla para celebrar el año nuevo de Juan Luís Guerra (al que todas amamos). Tardamos muchísimo en llegar (a punto estuvimos de que nos cerrasen la puerta), ya que con el taxista hicimos parada en gasolinera, un descansito, un refresquito y vaya, que nos vería un poco tontas y se tomó su tiempo... Pero lo bueno realmente fue cuando nos paró en la puerta del colegio militar y... ¡adivinad que! ¿Leísteis cuando os hablé de que el colegio estaba al lado de una cárcel? Pues sí... ¡nos confundimos y nos fuimos para la cárcel! Las cuatro aturdidas caminábamos hacia la cárcel y en la puerta alguien nos dijo: "Pasad, pasad... os hemos preparado un chocolatito caliente"... Todas felices seguimos caminando hasta que empezamos a ver una cantidad exagerada de mujeres y niños en la puerta durmiendo y claro, ya nos mosqueó. Afortunadamente no llegamos a pasar, dimos la vuelta y entramos a nuestro sitio... para risas de nuestros compañeros al llegar...

FIN DE AÑO

El día de fin de año comenzó con intensidad... En un encuentro de Ruta Quetzal, en el que te sientes de nuevo un niño esperas los días especiales como si viniese el Ratoncito Pérez. Así estábamos todos y cada uno de nosotros, cuchicheando en cada esquina que nos habría preparado la organización del encuentro para una noche tan especial... ¿Fiesta en la playa? ¿Cenote en restaurante? ¿Algo inolvidable? He de decir que un rutero se conforma con muy poco, cualquier detallito se nos hace inolvidable... Y así fue.
Como nosotros dormíamos en mitad del recinto en el suelo, nos pidieron que cambiásemos "el campamento" de sitio ya que tenían que preparar "las mesas" y el lugar para organizar lo que sería la fiesta de fin de año.

Nos pusimos todos guapísimos, vestidos de blanco, con ropas que habíamos comprado ese mismo día en tiendecitas "low cost" de Cartagena. Estábamos muy emocionados por la noche tan especial que nos esperaba. En el lugar donde se realizaba la fiesta había como un escenario dónde colocaron las famosas mesas que portaban la comida. Dónde nosotros dormíamos era debajo, en el lugar para el público, que no se colocó nada por lo que con nuestro modelito blanco, nos sentamos a comer en el suelo . Hicimos fila para servirnos "todo lo que quisiéramos" contentos y emocionados por ver cual sería el manjar que nos esperaría para esa noche tan esperada. Bailando en la cola y con hormigueos en el estómago llegamos al primer puesto. ¡SORPRESA! El manjar estaba compuesto por patatas fritas de bolsa, mortadela, croasanes... Un exitazo como podréis imaginar.

Decepcionados y con hambre pero con muchas de fiesta esperamos lo que vendría después... ¡el brindis! ¡Dos dedos de sidra en el vaso de enjuague bucal! En fin, que lo que mejor podíamos hacer es irnos para Cartagena, a celebrar nuestra nochevieja a lo grande.

Nos montamos en el autobús y llegamos a Cartagena, a la muralla, inundada de gente emocionada, y con ganas de darle la bienvenida al nuevo año y como no, de rumba. El concierto de Juan Luis Guerra era privado, una pena, lo hubiéramos disfrutado muchísimo.
A diez minutos de comenzar el año buscábamos alcohol desesperadamente para tener algo con lo que amenizar la entrada del año. Repito, a diez minutos de la entrada del año... evidentemente, todos los vendedores ambulantes te cobraban muuuuuy caro. Pero era una ocasión especial, y ni corta ni perezosa me dirigí a uno de ellos y entre varios compramos unas cuantas botellas de Guaro. El guaro, para el que le suene este término a chino es un licor que se bebe en muchos lugares de latinoamérica pero que no en todos sabe igual. En Colombia es un aguardiente con un ligero sabor a anís, pero es muy fuerte, no suele gustar y tiene bastante graduación. ¡Esa fue nuestra cena!

Cena de Nochevieja (Foto: Beñat Olascoaga)
Llegaron las 12, le dimos la bienvenida al año nuevo, bailamos, reímos  bebimos guaro en exceso y compusimos miles de historias para no dormir o más bien para no contar, entre otras que en vez de volver a nuestra cárcel volvimos a otra, y nos peleamos con el taxista por habernos llevado mal o que mi amigo se hizo un esguince y no recordamos cómo... Al final, fue un año nuevo inolvidable, un año nuevo para recordar siempre.

POST FIN DE AÑO

Empezamos con energía el día 1 de Enero, para variar: resaca. Pero qué mejor manera de pasar una resaca y qué mejor manera de pasar un año nuevo que en el mar, en las Islas del Rosario.

Camino de las Islas del Rosario - Foto de Beñat Olascoaga
Las Islas del Rosario pertenecen a un archipiélago muy cercano a Cartagena. Cercano se traduce a hora y media en lancha. Allí que fuimos bien tempranito y sin dormir. Hora y media de movimientos de olas, hora y media de salpicones de agua y hora y media de mareo. En mitad del paseo hicimos snorkel ya que las Islas del Rosario presumen de aguas transparentes y multicolores. Yo debí tragar más agua de la cuenta lo que me provocó un importante mareo (el guaro no tuvo nada que ver). Personalmente creía que me iba a morir... ¡Qué sensación más horrible! ¡Aquella la lancha no paraba de moverse y no llegaba nunca a la playa! Pero fue un bonito comienzo de año... Algún día os contaré como lo comencé cuando estuve en Costa Rica, haciendo "Tarzan Swing", que eso sí que fue adrenalina.

Y la despedida-entrada del año acabó, y para terminarla con un buen sabor de boca nos fuimos a cenar comida colombiana "tirando la casa por la ventana" y esperando todas las batallitas que todavía quedaban por llegar.


Si queréis leer más sobre mi viaje a Colombia, tenéis mucho más aquí.

¡Un abrazo!

1 comentario:

Mari Loli dijo...

Muy emocionante y muy bien escrito, gracias a ruta quetzal por los momentos tan inolvidables, por los lugares que te ha dado a conocer y por haber hecho de tí una viajera incansamble.

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