jueves, 18 de abril de 2013

Colombia 2012: Camarones y los Indígenas Wayúu de La Guajira

Como os conté en el post anterior, en estado de salud lamentable fuimos a la Península de la Guajira a conocer el pueblito de Camarones, Uribia y la comunidad indígena Wayúu, una tribu matriarcal que habita en esta zona del norte de Colombia.


Durante unos días nos estuvimos quedando en una escuela del pueblo donde a pesar de no haber agua ni muchas comodidades había un wifi diez veces más potente que el de mi casa. La pena fue que por aquellos entonces tenía un móvil patatero con el que tampoco podía conectarme a Facebook, ni Whatsapp para dar señales de vida gratuitas, ni mandar fotos "nada retocadas" de mi comida con Instagram... Aquí comienza la etapa del viaje que más me enamoró: la Península de la Guajira.





Escuela de Camarones
La Guajira está bañada por el Mar Caribe y limita con Venezuela. Por sus pueblos es divertido ver vacas caminando tranquilas entre cactus y casas con vayas poco fiables. Siempre al más puro western.

Vayas de cactus en el pueblito de Camarones (Colombia) - Foto de Beñat Olascoaga
Casas de Camarones. A la derecha se puede ver la decoración navideña, un árbol de navidad hecho con bolsas de basura.
El pueblito de Camarones era un lugar bastante remoto. Tanto que aún no han conseguido que el gobierno colombiano les lleve agua corriente. Eso constituye un problema grave y más aún si está situado en la zona más seca de Colombia. Tampoco tienen luz, techos en condiciones o alcantarillas en las calles y sus árboles de navidad están hechos de palos y bolsas de basura. Pero lo que si sienten prioritario es la educación. Su escuela estaba muy bien construida y decorada con citas de escritores y poetas, con dibujos y con consejos sobre naturaleza o valores para poder formar a hombres y mujeres que piensen. Añado esto ya que en España esto no ocurre, se cierran escuelas, se despiden profesores y se dificulta el acceso a la enseñanza para aquellos que no puedan pagarla, quizá tengan miedo a que pensemos más que ellos. Pero este es otro tema...

En La Guajira, departamento al que pertenece el pueblo, solamente llueve de septiembre a diciembre y suelen tener una temperatura media de 30 grados llegando a alcanzar a veces los 45. Quizás esta forma de vida es la que hace tan hospitalarios a sus habitantes que nos daban todo lo que tenían sin buscar nada a cambio.

Una noche algo desesperada, mi amiga argentina Gina "negoció" una ducha en casa de las señoras que nos estaban haciendo la cena. Yo, que tenía "males viajeros", fui la afortunada que la acompañó. Siendo discretas para que no se corriera la voz entre los 150 que allí estábamos, nos fuimos a casa de las señoras a ducharnos. Fue la mejor ducha que me había dado nunca, tanto por lo que la necesitaba, como por lo especial de la situación y las condiciones en las que nos la dimos.

Camarones (Colombia) - Foto de Beñat Olascoaga
Con nuestros útiles de aseo entramos a la casa. Una familia grande y varios niños que jugaban a la videoconsola (si, como leéis) nos indicaron muy amables donde se situaba "el baño". Era un habitáculo construido de ladrillo en mitad del salón de la casa, sin puerta, ni cortinas, ni nada. Acompañadas de dos gallinas y una vela nos disponíamos a darnos nuestra ansiada ducha. Un gran bidón de agua y dos jarritas nos hacían el momento más fácil y por supuesto, el agua ¡fría!. La verdad es que hasta apetecía. Después de haber estado desnudas en el salón de una casa ajena con dos gallinas y una vela, volvimos al campamento sospechosamente oliendo bien. Intentamos pagar por la ducha y no consintieron que les diéramos nada aún habiendo utilizado un bien que para ellos es demasiado escaso. Eso es hospitalidad.

Además de sus pequeñas casitas acogedoras y con construcciones bastante diferentes a las que estamos acostumbrados, los pueblos de la Guajira conservan ese encanto especial que nos lleva a otra dimensión. En las calles muchos niños sonrientes jugando sin parar y buenas costumbres conservadas como escuchar bien alto a cualquier hora el género musical nacido en la zona: el vallenato.


Niños de Camarones
Niña de Camarones
Muy cerca de Camarones, a unos 3 kilómetros y medio, se puede visitar el Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos cuyo atractivo principal es, evidentemente, que se pueden ver flamencos. Nosotros no vimos ninguno, pero si se llama así será porque realmente se avistan. Además de esto, las lagunas asentadas en su costa en mitad del desierto son saladas y en las temporadas más secas se convierten en sal.

También nos dirigimos a visitar un centro de conservación de tortugas marinas. Para llegar allí teníamos que atravesar una gran laguna y teníamos dos opciones, pasar caminando (poniendo a riesgo la cámara de fotos ya que no sabíamos la profundidad que tenía el lago) o alquilar una pequeña balsa por un módico precio. Me decanté por esta última, y la verdad es que la experiencia me gustó y mi cámara no sufrió ningún altercado.

Cruzando el lago a pie
Barcas para cruzar el lago
Remero de la barca
Tortuga marina
Tortuga marina: Su paso lento en tierra nos recuerda lo frágiles que somos al amor
Al caer la tarde vivimos una gran experiencia. Tuvimos la oportunidad de conocer a los indígenas Wayúu. Pasamos una bonita noche en la que nos explicaron su forma de vida, su cultura y anécdotas de su día a día. Nos dedicaron unas danzas y nos mostraron sus trabajos de artesanía, principal fuente de ingresos en su pueblo. En ella se encuentran, entre otras diversas alhajas, todos esos bolsos de lana que inundan de colores las calles colombianas. Nos contaron cosas sorprendentes sobre todo al tratarse de una tribu matriarcal.

Evidentemente, al tratarse de un matriarcado, la mujer es la que lleva las riendas de la familia. Cede su apellidos a los hijos y el hermano de la madre es el que se encarga de la formación de estos. Además, una vez casados, la mujer lleva todas las decisiones y responsabilidad del hogar. El hombre, por el contrario, tiene un papel diferente. Él lleva la economía familiar. Puede tener varias mujeres y a cada una de ellas debe darle una manutención adecuada además de pagar por hacerla su mujer. Todas deben tener la misma atención económica por lo que el hombre debe tener un buen poder adquisitivo. A la hora de conquistar a la mujer, el hombre debe acudir a los padres de ésta para entregarle joyas y chivos previamente negociados en señal de su amor. El número de animales que el hombre entregue indica su riqueza.
Danza de la Yonna o Chichamaya - Foto de Mark Posey
Los Wayúu en sus celebraciones realizan una danza muy particular: La Yonna. La realizan cuando se festeja un matrimonio, o cuando una pareja comienza, para agradecer la fertilidad y la riqueza y en definitiva, para agradecer todos sus éxitos aunque también al ser su danza sagrada la emplean para protección y curación. Es en realidad una lucha entre mujer y hombre dónde el hombre representa el viento y la mujer la fuerza. Al ritmo de un tambor que cada vez va acelerándose más, la mujer con paso elegante y emulando el movimiento de un pájaro persigue al hombre hasta hacerlo caer. El hombre caminando hacia atrás debe intentar que ésta no lo haga ya que en ese caso él será la mofa de todos los asistentes.



Aunque su lengua madre es el Arawak, algunos (sobre todo los más jóvenes) hablan y entienden el español por lo que eso no causó ningún problema a la hora de entendernos. Quizás algunas de sus "prácticas" si distaban bastante de las nuestras y fue bastante curioso escucharlas. 

Por ejemplo, las niñas cuando les viene su primera menstruación son encerradas en la cabaña para recibir una formación que les haga estar preparadas para la vida matrimonial. Con una rigurosa dieta a base de vegetales y sin moverse de una hamaca situada cerca del techo de la cabaña, la niña aprende técnicas para enfrentarse al embarazo y es educada para satisfacer sexualmente al hombre. También aprende a tejer y otras funciones necesarias para su futuro.

Los Wayúu no fueron conquistados por los españoles. Por ello actualmente tienen su territorio y costumbres propias y son autónomos en su gobierno. Viven principalmente de la cría de chivos y de la artesanía y se estructuran en rancherías (espacios con unas cinco viviendas) separadas unas de otras por varios kilómetros de distancia.

Navegando por la red he encontrado un trailer de un documental sobre los Wayúu que tiene muy buena pinta. Refleja perfectamente todo lo que os he estado contando en este capítulo. A través de la gente, de los paisajes desérticos y del reflejo de la mirada Wayúu os será mucho más fácil entrar en situación y sentiros un poquito más dentro de La Guajira.




Y para coronarnos visitamos también el Cabo de la Vela, pero esto os lo contaré en el siguiente...

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